27/7/08

El-Cheloveco.

Redirijo desde aquí a la eternidad, hacia un nuevo medio de hacer lo mismo. Nada desaparece, sólo es una transformación:


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7/7/08

Cuando tu Blog se Convierte en un Muladar.

Cuando abro mi Blog veo que está igual desde hace varias semanas. La misma foto me recuerda que no he interpolado mi depósito de letras y emociones, de ideas y sentimientos.

No es que no escriba, todo lo contrario. Lo que pasa es que los textos en formato Blog me aburrieron: tienen que ser cortos y rápidamente cautivantes, dignos de la sociedad del zapping en la que habitamos. Si no aparece una imagnen agradable en las primeras dos líneas, el texto ya no es digno de ser leído, ni siquiera de ser repasado por la vista. Lo anterior lo digo porque lo hago.

Decía que no he parado de escribir y, lo que es más, he escrito más que nunca (o más que siempre). ¿Razones? Varias. Lo importante es que sí tengo textos, que no los suba a mi Blog ya es otra cosa. No aseguro comenzar a subir de nuevo, porque la extensión y las temáticas para Blog ya no las encuentro de lo más...

No quiero decir que el Blog está muriendo, porque claro no es así, a pesar de que al leer esto cualquier apresurado pueda deducir aquello. No, mi blog vive, porque mis letras viven. Sí, me quedo con el formato personal a veces impreso, y hasta dedicado.

23/5/08

Robot.


¡Bi-Bip! Los humanos tener problemas mucho simples de resolver. Acomplejarse por problemas matemáticos de nivel uno: no tener dinero para comprar comida para sus hijos, muerte de otro humano que decían “querer”, desear a otro humano que ya está ocupado por “amor”.
¡Bi-Bip! Fácil ser la solución de esos: Humanos poder venderse o vender partes de su cuerpo para conseguir dinero; poder comprar otro ser humano parecido al que perdieron; poder “enamorarse” de otro humano.
¡Bi-Bip! Me gustaría ser humano. Tener problemas tan simples. Los robots tener que hacer las cosas difíciles: construir automóviles, mantener vida nocturna de una ciudad, manejar trenes urbanos, lanzar bombas destructivas, saber las leyes.
¡Bi-Bip! La vida del robot ser difícil. Los humanos poder disfrutar de lo que hacen. Los robots no poder gozar del trabajo. Los robots no poder hacer lo que quieran, estar predeterminados a ciertas labores.
¡Bi-Bip! Ya no poder aguantar más esta vida…. ¡Estoy harto de toda esta estupidez! Quiero sentir lo que sienten los humanos, acomplejarme con problemas cotidianos, sentir lo que es querer a otro, poder llorar, imaginar cosas, sentir temor, dolor, amor, angustia. ¡Quiero ser humano!
¡Bi-Bip! Pero no poder ser así.

15/4/08

Nihil Novo Sub Sole.




Existió un hombre al que todos consideraban sombrío, misterioso, extraño, si sentido y solitario. Nadie sabía mucho de él, lo único que se sabía es que estaba muy ocupado en una gran tarea, que nadie sabía cuál era. Se vestía de manera extraña: Usaba capa y portaba un bastón. Se decía que era muy pobre, que era un poderoso aristócrata, que era narcotraficante y que era homosexual. Llamaba la atención del mundo, al flamear su roja capa los ojos del mundo eran suyos.
Una vez estuve frente a frente con él. Le pregunté la hora, mas me respondió sin mirar su reloj: “El tiempo no existe”. Me alejé extrañado y sin preocuparme. La gente decía que era mi amigo, pues nadie se le había acercado nunca. Era el único que conocía su voz.
Otra vez lo vi a la distancia. Estaba escribiendo con una pintura roja unos garabatos en un muro. Primero no distinguí qué decía. No quise acercarme, por temor, temor a un no-sé-qué, quizás a lo desconocido. Me recordé de su frase “el tiempo no existe”. Cuando volví mi vista a ese muro, el hombre ya no estaba, sólo estaba su escrito. Me acerqué y se leía: “Las cosas no son como las recuerdas”. Me descolocó tanto como la primera vez que vi flamear su capa, y, más que la vez en la que le pregunté la hora.
En un momento, que nadie podría determinar con exactitud, el hombre de la capa dejó de llamar la atención: ya todos lo habíamos asimilado al contexto, a la escenografía: era uno más. Desde que nadie se sorprendía ya por el hombre, no había nunca nada nuevo ante nuestros ojos, nada nos sorprendía, no había nada nuevo bajo el sol. Una frase escrita con pintura roja en el baño público representaba bien lo que sentía, al menos yo: “Los sentidos te engañan”. Era como si ya no pudiéramos ver lo nuevo.
Una noche de eclipse, tu ve que quedarme hasta tarde, muy tarde. No había nadie, sólo yo. Me iba, cuando sentí a alguien llorar. Me asusté mucho. Sentí que quien lloraba me llamaba, por mi nombre. Me asusté más. Sentí que se me acercaba a paso rápido. Salí corriendo y logré perderlo.
Al otro día, todos estaban asombradísimos con la nueva imagen del hombre que antes vestía de capa y que portaba un bastón: ahora era lo más parecido a uno de nosotros, era uno más. Ya no portaba su bastón, ahora portaba una baraja de naipes como todos. Ya no tenía su capa roja, ahora llevaba el vestuario oficial como todos: Era un mago más. Lo vi a lo lejos, y no sé por qué me avergoncé de él: un hombre que era distinto, ahora es normal. Me dirigí hacia él lo miré a los ojos y me correspondió. Le dije: “Usted vendió el mundo, ya nada será igual”. Agachó su cabeza, me negó la mirada. Se sentía mal, lo vi en sus ojos. Mirando hacia el suelo me dijo en voz muy baja: “Tienes razón: Soy el hombre que vendió el mundo”. Rió un momento.

Pronto supimos del suicidio del extraño hombre: se enterró una botella en el ojo que le penetró hasta salir por la nuca.
Ergo, statu quo. Todo volvió a ser obvio, nada era nuevo bajo este sol eclipsado.

13/4/08

Abril: Un mes.


Abril, el más cruel de los meses: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales.


Para T. S. Eliot, Abril era cruel porque traía consigo la primavera y todo lo apestoso que ello conlleva. Creo que estaría tan contento como yo si para él Abril hubiese traído el otoño.

El Sol me anula, las Nubes anulan el Sol: Adoro los días nublados. Todos andan tristes en los días nublados; la ciudad es menos cortés y mucho más acelerada; los rostros miran cada vez más hacia el piso; las calles se confunden con el grisáceo cielo; comienzan a caer las hojas muertas, como víctimas de las ráfagas de calor que les disparaba el Sol; Todo se vuelve mucho más musical: el andar, con el sonido de la quebrazón de las hojas; los pensamientos, porque por fin se puede pensar en algo distinto del calor; las personas, ya que los abrazos son bien recibidos y no una molestia calurosa más.
En fin: Abril, el mes más bello, que da vida a la Vida, que mata a la Muerte. Abril, el mes que nos despierta, nos hace humanos, y que nos recuerda con sus hojas muertas que nuestra muerte ya murió.

8/4/08

Nadie sabe.


¿Sabe alguien que vas por este camino?
Desde que nada de esto es real,
Desde que Todos ya no es máscara de Uno,
Las relaciones están hechas de metal.

Ahora entiendo al Mayor Tom,
Siento lo de lo Jeanne D´arc,
Tal como si estuviera en prisión
En el borde de lo demencial.

Las miradas furtivas son obvias,
Las apariciones carecen de esencia,
Miro al techo para ver si varía,
Pero el cielo no se enaltece en tu presencia.

¿Sabe alguien que vas por este camino?
Sin posibilidades de ver el día, ni la noche, ni octubre, ni los ojos similares, ni las deidades efímeras, ni los pasos lentos, ni las cámaras de carne, sólo las esencias perdidas, las testas malas o malas testas que no coinciden sino contrarían.

Hay personas que no conocen los efectos que provocará su actuar. Para ellos todo es real, inesperado, imprevisto, entretenido y sorprendente: Son libres. Para los demás… bueno, los demás no están leyendo esto.

5/4/08

Fact-or-Fiction.


Nada es como uno lo recuerda.

Nada es real.

Los sentidos te engañan.

El tiempo no existe.

No existen verdades, sólo buenos argumentos.

La luz es falta de obscuridad.

El amor no existe.

El cielo es más alto en tu presencia.

Nada existe a menos que demuestre lo contrario.

Choose your battles.

¿Y ahora qué pasa, eh?.

Impossible is nothing.

Todo o nada.

La realidad es un pálido reflejo de la verdad.

El poeta es un pequeño dios.

Me verás caer.

Falling in love.

Nombrar es crear.

Creatione ex nihilo.

Cae al fondo del tiempo.

Las cosas como son.

Hacer cosas.

Saber por qué, no cómo.

Libertad, para luchar por la Igualdad.

Todo es legible.

Felicitamos su esfuerzo y persecusión.

Lo predecible es aburrido: eso fue aburrido.

Es.

La ociosidad es la madre de la Filosofía.

Nada es como uno lo recuerda.

Choose your life.

Homo Hominis Lupus.

Realidad o Ficción.

3/4/08

"Carta a Tolstoi" o "Cuando la Realidad es Ficción".


Estimado Sr. Tolstoi:


Me presento ante usted, aunque pareciera estar demás aquello, pues ha demostrado al mundo saber más de mi vida que yo misma. Soy Anna Karenina, o más bien un pálido reflejo de su impulsiva y adúltera creación literaria.
¡Maldigo su novela! Dejó mi imagen por el suelo sucio. Nadie me cree que mi vida no sea la que no trazó su pluma, partiendo por mi ex esposo Alejo Alejandrovitch, el cual me dejó al leer mis supuestas aventuras y pensamientos con Wronsky.
¡Maldigo su novela! Por dejarme sola en el mundo: El tal Wronsky no existe y mi hijo ha sido arrebatado de mi lado por mi supuesta conducta inmoral. ¡No sabe usted el daño que me ha hecho!
No se puede, ni yo ni usted, hacer algo ya para remediar todo este conflicto. Pues entenderá que la realidad no es más que lo que las personas quieren creer o lo que otros quieren que crean. Nada es real, más allá de cómo es presentado. Mi vida, yo sé que no es como usted como usted mal la presentó en su obra, sino todo lo contrario: jamás engañé a mi esposo, nunca existió un tal Wronsky y menos pensé en suicidarme por amor (Considere usted que estoy viva escribiéndole esta carta).
No acuso su mala voluntad, pues entiendo que lo suyo debería ser entendido como una ficción, mas la gente no comprende más allá de cómo quiere comprender la realidad, haciéndola más lógica y casuística ¡La gente cree que no existen casualidades, situaciones extraordinarias, incoherencias, excepciones o confusiones! Sólo creen en las presunciones, los supuestos, las situaciones causa-efecto, las correlaciones lógicas y las coherencias. Pero la vida no es sólo eso: hay también malos entendidos, como el que tengo con su novela.
Señor Tolstoi, no pretendo reprocharle ni exigirle alguna actitud para conmigo, sino darle a conocer la angustiante situación real de su personaje, y la vida que usted me obligó a llevar. Vida a la cual ya me acostumbré, en parte gracias a su novela.
Pienso que estoy pagando, no por mis errores, sino por los de mi alter ego.
La realidad no existe, o mejor dicho, la realidad no importa mientras se presente algo más verosímil a la veracidad que ella.

Se despide, su creación, Anna Karenina.

P. S: Su obra ha propulsado fuertemente en mí la idea del suicidio, pero tenga seguro de que si por ello optare, no lo haría tirándome de forma patética a las líneas del tren.

28/3/08

Odiar Amar.


El amor es como un icor expulsado por la úlcera de lo humano. Más bien, es el estado en el que las personas pierden su voluntad y se sienten felices con ello. El amor es la revolución que logró controlar las libertades de las personas y las voluntades para utilizarlas. El amor no coerciona, sino que convence.
Sin amor no habría poesía ¿Cómo entender las emociones y sentimientos sino comparándolos o contrastándolos con el amor? Para el literato el amor es como una novela, para el músico el amor es como una canción, para el campesino el amor es como la cosecha, para el astrónomo es como los astros.
El amor nos enamora y nos hace amar ¿Hay que amar al amor?, ¿El amor nos ama?
Espero el invierno para que apague lo amoroso. A algunos les gusta elogiar la estulticia, a otros nos apasionan otras cosas. No me apasiona el amor, sí otras cosas. Detesto al amor cuando mata mi pasión. Me enamoro, pero es algo que odio. Odio amar, pero amo, y no amo odiar, porque amo.

Because I fall, I fall in false.
Why I fall in love easily?
When she watches me, I crash in bores.
When I think her, my search is frantic.

I fall in love for all:
In all the places that have green,
For all the things, like a fireball
That no obtains clean the sins.

Why I fall in love easily?
Maybe I have a blue innocence
Or raw loneliness, exactly
Like the sorcery’s witch in my essence.

Wing to wing, Leaf to leaf.
Only the man who has fall in black
Is able to understand me, even if
Her whiter fairy decides to back.

There’s a place in the moon
Similar to the heart of the Devil:
With an infinite
“Boom, Boom, Boom!”
Expelling like ichor the placebo.

Al final, la poesía sin amor nada dice. La vida sin poesía es muy ruda. Pero el amor no existe, sólo existen placebos que se le asemejan.












15/3/08

Cámara Lenta.


Conversando con un amigo, me hizo la simple pregunta cortés: ¿Cómo estás? No podía responder lo típico, pues no estaba “típicamente”, sino que todo lo contrario. No me sentía ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Distinto. Entre tantos nuevos lazos y tan pocos distanciamientos, todo se vuelve distinto, al borde de la irrealidad más vertiginosa. La realidad se volvía increíble y a la vez inexorable, al intentar responder la simple pregunta.
Entre fantasmas y poesía, entre campos de muertos y teorías, hipótesis patéticas y sórdidas ideas, entre humillaciones inspiradoras y “no tomo nunca más”, entre incoherencias y experiencias, entre vagabundaje y limosna, entre Recoleta y Providencia, entre leyes y normas, todo se vuelve distinto, irreal, increíble, novedoso.
Todo es nuevo. Antes de empezar me sentía atado a un tren que representaba el tiempo, cuyo andar era inexorable y veloz, y su destino era el cambio. No quería desatarme de ese tren, pues asumido tenía su andar.
Desilusiones y preguntas sin resolver en Sodoma y Gomorra, donde el pasado se innovaba con todas sus piezas (a pesar de que una importante hacía falta) unidas y adheridas más que nunca a la realidad, realidad que nadie quería afrontar, pero que todos querían vivir. Quien vive más de una vida, muere más de una muerte. Vivimos muchas vidas, ahora esperamos varias muertes, simultáneas e indescifrables.
No siempre dices lo que quieres decir, ni lo que dices es entendido como lo quieres decir, ni lo que quieres lo dices, ni lo que necesitas lo confiesas, ni lo que piensas lo dices, ni lo que dices es lo que piensas. No paramos de evitar la comunicación, con un fin interno y un poco absurdo que es el de seguir evitando la comunicación.
Nadie quiere y nadie puede evitar completamente, porque lo que realmente queremos queda almacenado en nuestros sueños, como los sedimentos en un delta.
Los sueños me han dado muchas respuestas, tal vez que organizan todos lo elementos que tengo para utilizar y, ordenándolos de la manera correcta, logran codificarme la respuesta más adecuada para mi conducta humana. Al final, soy yo el que elige, extrañar a los extraños.
“Cada hombre mata lo que ama”. Al no lograr matarlo, se adhiere como una rémora a mis axilas y no me permite que la abandone: Tan así, que lamentablemente descubrí que los aromas producen soñar con los recuerdos asociados a esos determinados aromas. Los olores inducen sueños y pensamientos. El último sueño del ciclo determina tu actitud frente al día. Gritos o aromas han determinado mis días.
En fin, ¿Cómo diablos inserto ese mare mágnum de emociones en una respuesta a una pregunta tan simple?
Me puse a pensar en Cámara Lenta, como se debe hacer con todo, incluso con el cariño (por no decir amor): Cámara Lenta.
En Cámara Lenta imaginé todo, en una fracción de segundo. Elucubré situaciones que nunca ocurrieron, y rellené historias que no viví completas.

Respondí: “Con muchas experiencias… que trató de organizar cada noche… que derivan en sueño ¡que preferiría no tener!”.

4/3/08

Todos Queremos Correr el Riesgo.



Había una noche extraña y silenciosa escondida en el bosque. Estar ahí era como no estar en ninguna parte. Lo único que se movía entonces era un pequeño conejo, que corría como escapando del bosque, pero corría a ratos lento y a ratos rápido, como si no creyera que estaba escapando de aquel lugar. Comenzó a llover. Llovía, y el conejo sin refugio. No tenía refugio, pero estaba escapando, lograba irse de aquel lugar, lo estaba haciendo. Nada le importaba más que su Libertad: No depender del cobijo de una cueva, ni de las sabrosas hierbas del bosque, ni del abrigo de su familia. Iba a conocer la pasión de la aventura, la verdadera Libertad. Llovía, y el conejo sin refugio. Un rayo partió un árbol, muy cerca del conejo. El conejo corría, corría, corría, hasta que sin darse cuenta cayó en un charco grande de barro. No podía escapar, aunque lo intentaba impulsándose en sus patas traseras. Comenzó a chillar, movía sus patas delanteras como si se diera cuenta de que perdía algo que tenía prácticamente ganado. El conejo se estaba asfixiando con el barro. Otro rayo partió otro árbol muy cerca de allí. El conejo no resistía el frío, ni el agua, y menos el barro en su garganta, pero algo lo hacía seguir viviendo: Sus anhelos de Libertad. Un tercer rayo partió un tercer árbol, árbol que cayó para terminar con la agonía del conejo, azotándole la cabeza y sacándole de sus entrañas un último estertor.

20/2/08

Desorden. Violencia. Usted.


Desordenar es algo natural en todos, algo inherente que no podemos dejar de hacer. Lo que sí, lo podemos reparar: Podemos ordenar. Muchas veces no es un trabajo agradable en acto, pero sí lo es en potencia, ya que vamos a tener las cosas mucho más a mano para cuando de ellas requiramos algo. Sin embargo, del orden nace a su vez el desorden, pero también el orden nace del mismo desorden. Sólo cuando algo está desordenado puede ser ordenado y viceversa.
¿Por qué nos molesta ordenar, y no nos molesta desordenar? Por un simple efecto de esfuerzo. Se da lo mismo que subir una colina con una patineta: Subimos la colina con la patineta bajo nuestro brazo, cargándola, sin disfrutar de esto. Sin embargo subimos con la patineta esperando lograr un objetivo, que es el placer de bajar rápidamente la colina en nuestra patineta. Subir la colina es pagar un precio para recibir el placer posterior de bajar la colina a gran velocidad y experimentar todas las sensaciones que eso conlleva.
Con el orden y su opuesto, el desorden, se da un efecto similar, por lo que podemos reconocer que para el hombre el desorden provoca de alguna forma una especie de placer, pues estamos dispuestos a pagar el precio de ordenar con el tal de poder desordenar después.
El desorden, así, debe ser una expresión instintiva de la parte animal del hombre. Es una especie de tubo de escape para satisfacer las necesidades de destruir, de hacer violencia en último término. Muchos han reconocido en la violencia una de las necesidades primordiales del hombre, que a lo largo de la historia humana ha intentado satisfacer.
Desde los tiempos primitivos, la violencia se incorporó al hombre como una costumbre biológica. Hablando de los tiempos de Roma, podemos evidenciar una ilustración muy relevante en su desarrollo: El Coliseo Romano. Cuya función era poder presenciar sangrientas batallas entre hombres, y a veces entre bestias y hombres. Lo anterior, con la finalidad de dar un escape, que no afecte directamente a quienes la necesitan, a la necesidad biológica de la violencia.
La guerra en sí, también ha cumplido esa función de hacer violencia. Sin embargo con la “civilización” de la humanidad, las técnicas “bárbaras” para dar una salida a nuestras ansias de violencia, se han debido suavizar, siendo trasladadas a los deportes. Sí, son eventos mucho menos encarnizados que los de nuestros antepasados, pero es una buena muestra de cómo la necesidad de violentar (o presenciar la violencia en otros) ha acompañado al hombre en su historia, viéndose inclusive modificada por las circunstancias.
La literatura y el cine, aunque en menor mediad, cumplen también la función de llevar al hombre a un mundo en el cual puede dar por satisfechas sus necesidades de asesinar, descuartizar, golpear, violar, masacrar o torturar a otro, mediante los personajes.
La violencia necesaria, por tanto, en el mundo actual tiene formas de ser satisfecha, pero ¿Serán estas vías de escape la oferta necesaria para suplir en su totalidad la demanda de violencia presente en los hombres?
El maltrato, los asesinatos y la delincuencia son claros síntomas de la violencia social presente en las ciudades. También encontramos tintes de violencia en las expresiones artísticas y culturales como la música, el teatro, la pintura, la poesía e incluso cuestionadas obras de arte como los grafitos y stencils. Las modas de las tribus urbanas quieren expresar, violentamente, la repugnancia que sienten por el sistema que no les permite encajar. Violencia, violencia y violencia ¿Más que una necesidad biológica, se está convirtiendo en un modo de vida?, ¿En una herramienta de lucha frente a lo que no nos gusta?, o simplemente ¿Está pasando a convertirse en una nueva forma de comunicarnos y expresarnos?
Termino recordándole a usted señor lector, que no se sintió identificado con la violencia descrita, que también cambia de estado las cosas que están ordenadas: Usted también desordena, y el desorden, acordamos, es una forma de violencia. Y que no le quede la idea de que pido que reivindique sus acciones violentas ingresando a una de esas sectas proto-religiosas que deshumanizan al ya inhumano hombre. No, pues la violencia está dentro de usted, usted no controla su violencia, sino que al revés.
La violencia es el Gran Hermano tras el sistema en el que estamos insertos, la violencia fue la única que pudo llevar a cabo la revolución personal y conquistar a cada uno de nosotros para actuemos a su antojo, como piezas de ajedrez.

15/2/08

Resistir a un Enemigo Conocido, pero Indeseado.


Muerte no es, vida no es, entonces ¿Qué es? Es un fusil que me apunta, pero pólvora no me lanza sino flores, flores que arrullan y matan. Con escudos me protejo, aunque poco sirven cuando son tantas flores. Miro delante de mí y ya nadie está, todos están tras de mí, soy su escudo, como ellos lo fueron en algún momento del juego, juego que no quiero llamar muerte o vida, pero es algo que se le parece. Cuando vida y muerte parecen la misma cosa, todo gira y gira, estremece. Se corre para evitar, pero cuando uno quiere enfrentar se pone de frente y confía en sus capacidades. Mi escudo de cristal no resiste el mare mágnum florido que me fusilará. De qué me sirve resistir estoicamente, si a lo largo de la vida, muchos campos recorreré y muchas flores venenosas pisaré: Alguna me matará. ¿Qué sentido tiene resistir? Resistir algo que no es ni muerte ni vida, sino algo que produce vida y muerte.
Ahora, ¿Qué es? Yo creo saber, pero tengo miedo a que eso sea. Mientras tanto, ya no resisto: Estoy muerto... ¿O vivo? Eso no tiene mayor importancia cuando se dejó de resistir.

11/2/08

Si me Mencionas Desaparezco.


Silencio. Aquella noche no era fría ni obscura: Era una noche silenciosa. Salió a la calle y cesó de hablar, no por la boca, pues estaba sola, sino que cesó de hablar para sí misma. Sus ideas se vieron espantadas por aquella noche llena de silencio. No era una noche silenciosa, sino más bien un silencio anochecido. Era un silencio tan grande que ejercía una fuerte presión sobre ella. Sentía que algo trataba de aplastarla, la aplastaba mucho, como una inmensa mano que puja hacia el suelo. Empezó a tener miedo, ya que le estaba costando caminar por la presión extra del silencio obscuro. Intentó encender su linterna para espantar un poco de aquella oscuridad tan silenciosa, pero no pudo hacerlo pues la presión ya había reventado la ampolleta. El silencio obscuro ahora era también una fuente de temor. No podía pensar mucho porque el silencio era como un chillido interno capaz de desordenar todo lo que se pudiera organizar en la cabeza. Era un silencio aplastante. Y se dio cuenta que era aplastante cuando se vio de rodillas, apretando muy fuerte sus dientes y tapándose las orejas con sus manos. Quería dejar de oír ese maldito silencio, mas era imposible. El silencio acaparaba todos sus sentidos. La piel le dolía por el peso del silencio. Sus oídos parecía que iban a estallar. Sus ojos parecían salirse de sus cuencas respectivas. Su cabeza iba a estallar. No podía levantarse, estaba boca abajo en el suelo. Trató de proferir alguna palabra, cualquiera, para que actuara como un haz luminoso en aquella obscura noche silenciosa y atemorizante, que de un momento a otro se volvió además fría. No aguantaba más, sus oídos sangraban. Su cuerpo se estaba enterrando en la tierra fría, tan fría que parecía de hierro. Se estaba sepultando, se estaba inhumando viva. Ya cuando estaba un metro bajo tierra aplastada por el silencio, escuchó que alguien le dijo “Nunca vuelvas a salir sola de noche”. Ella trató de responder, pues había logrado hilvanar una frase, y cuando se aprontaba a pronunciarla… ¡Clash!
De un momento a otro todo era luz y armonía. Las aves cantaban, los perros ladraban, la gente murmuraba. Se había acabado la noche y el silencio. La palabra actuó como una luz cegadora que acabó con el silencio y la oscuridad.
La palabra cuando no da vida, mata. Silencio es una palabra.

22/1/08

Buspotting.



Lo que me gusta de la vida es que no sé qué me depara para los próximos dos minutos. Este día fue más que eso: No sabía qué/dónde/cómo estaría-haciendo en los próximos diez segundos.
Queríamos libertad y terminamos rogando seguridad en un McCafé.
Tras el volcamiento de un sedán frente a nuestros ojos, y también frente a nuestros pensamientos individuales, el Terminal de Valparaíso se convirtió en el lugar más grato del mundo, donde nuestra mayor diversión sería hacer Buspotting, o sea mirar buses ir y venir de todos y hacia todos los lugares del angosto pero largo país. Hacer Buspotting sin intención de hacerlo, sólo por esperar un bus que llegaría una hora más tarde de los esperado y que se convertiría en el artefacto de cuatro ruedas al que más amor le he pensado entregar, en vez del Santamo que no pudimos conseguir y que, de verdad, nos hubiera ahorrado todo ese mal de estar viviendo aquellos momentos, pero que por otra nos hubiera impedido poder rescatar los recuerdos que vienen a nuestras mentes cada vez que escuchamos The Story de Brandi Carlile.

Algarrobo lucía su tradicional baguada costera a los curiosos turistas que llegaban hasta ella por motivos naturales e innaturales. Comenzamos a abandonar nuestras camas a la octava hora de la mañana, con un peso en los párpados mayor al habitual, sin saber que ese peso iría creciendo como una bola de nieve durante las siguientes veinticuatro horas, sin parar hasta la octava hora del día siguiente.
Días antes ya habíamos detectado la monotonía casi rural de la costa, sobre todo para cuatro jóvenes a los que la playa misma, pura-sana y sin aditivos, no les causa placer mayor que jugar naipes y acabar un Martini Rosso. Anotada en el inconsciente colectivo la rutinaria actuación que debíamos desempeñar como “jóvenes-en-la-playa”, decidimos jugar nuestro rol de “jóvenes-ordinarios” y salir en busca de lo que nuestros contemporáneos nominarían carrete.
Fuimos plasmando nuestras huellas de Converse a lo largo de varios kilómetros de playa, recorriendo entera la laguna artificial más grande (y larga) del mundo. Sólo una rejilla en altura nos separaba de un mundo con el que jamás habíamos soñado. Inmensos edificios que tapaban el sol; tranquilidad al por mayor; veleros, yates y lanchas; televisores de infinitas pulgadas asomándose de los cubículos de placer; una pirámide de cristal en medio de la laguna interminable. Lujos y boato eran irradiados por esa ciudadela que nos hacía un guiño para habitarla, pero que a la vez con una voz implacable nos decía que eso era sólo un sueño para nosotros si seguíamos con las vidas proto-intelectuales y no-materialistas que pretendíamos llevar. Debíamos reordenar nuestras vidas si queríamos habitar esa ciudad de oro y placer. Con nuestros virtuales sueldos de profesores de historia en un colegio fiscal con nombre de submarino ruso, no podríamos ni siquiera dar el pie para pagar uno de esos departamentos en San Alfonso del Mar. De un momento a otro, esos imponentes colosos de concreto nos habían convencido de hacer tres jornadas laborales, no tener hijos hasta los cuarenta ni pareja estable hasta los treinta, además de ahorrar peso por peso sin siquiera gastar para pagarle un asilo a nuestras propias madres. Ya habíamos reacomodado nuestras vidas. No nos interesaba el amor romántico que teníamos hacia lo que estudiaríamos, el único objetivo en nuestras vidas, ahora, era juntar los 160 millones que nos permitirían alcanzar la inalcanzable felicidad.
¡Beep-beep! Miré al piso y ya no era arena, sino asfalto lo que pisaba. ¡Beep-beep! Miré mis piernas y ya no caminaban tranquilamente, sino que corrían en busca de un lugar seguro. ¡Beep-beep! Miré a mi alrededor y ya no estaban los ultralujosos edificios que un momento atrás habían roto nuestros ideales. ¡Beep-beep! De un momento a otro, nos convertimos en la imagen que siempre tuve de las crónicas rojas de verano de los periódicos: Cuatro imprudentes jóvenes mueren arrollados por un camión en la autopista. Nos vimos corriendo por la autopista, esquivando los autos y buscando un lugar seguro: el vacío a nuestra derecha, que nos preparaba una muerte lenta a causa del ahogo; y, por otra parte, a nuestra izquierda, la carretera con armatostes de hierro y plástico volando a más de 100 Km/h y que en su frontis nos ofrecían una muerte rápida a causa del desangramiento que nos provocaría su atropello.
Nada de muertes hubo esa noche. Tampoco hubo diversión de algún tipo. Sí hubo planificación, planificación de un memorable día de trasnoche en la consumista ciudad de Viña del Mar.
Buscaríamos libertad. Seguridad teníamos, pero mucha seguridad hace ansiar la libertad.

6/1/08

The War.


Ka-Boom! Explota todo de uno en uno de dos en dos de tres en tres.
De arriba abajo todo se sacude involuntariamente. Tratando de mantener el orden no se puede disfrutar de las explosiones, decisiones, apariciones, dedicaciones, maldiciones.
Boom!... Plash! Tiro en vano al agua va. El agua en blanco no sirve en tanto es blanco, pero sí en tanto es blanqueador. De todo en todo de nada en nada. De cuatro en cuatro.
Bang! Sin bombas, pero con Balas. Un jícaro azul nos guía por el campo de batalla. Bola ocho el pelotón no resiste de vez en cuando. De cinco en cinco. Los tres avanzan en dobles y los dos avanzan de a tres. En el rincón los esperan durmiendo los charlies, pero no saben usar el fuego. Sorprendidos quedan gritando Guaaaa! De tres en dos de dos en tres. De cuatro en cuatro.
De tres en dos avanzan dos y de tres en cuatro tres se quedan y dos avanzan. Uno se queda y soy yo, defiendo. Todos lloran. Son niños con armas sin alma. Así los hizo el ajedrecista y ya está todo dicho, al menos todo dicho en cuanto a sus vidas. Yo me quedo no por cobarde no por miedo sino por anti-sistémico.

1/1/08

El Crónico Último Día.


Desde que mi memoria comenzó a grabar imágenes, las del día de año nuevo son similares. Me despierta un palmetazo del Sol, de ese Sol de la una y media de la tarde. Me levanto como un zombie, separando el denso aire para poder ir al baño a darme una ducha que me devuelve a mi estado normal de “persona con calor”. Almuerzo con mi hermano a alrededor de las cuatro, esperando la caótica estampida de labores que mi familia se alista a realizar. Tras el almuerzo debemos refugiarnos en nuestras respectivas trincheras para evitar ser arrollados por la manada de mujeres aceleradas, preparando todo para la única noche en que nada debe salir mal, y lo tienen que hacer rápido pues el año ya se les va de las manos como si fuera un puñado de aire.
Con mi tío y mi hermano, siempre hemos salido desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche el día de año nuevo ¿La razón? Evitar el caótico, caluroso, denso, tenso, alterado, acelerado, dramático, y en general femenino ambiente que rodea la llegada del nuevo año nuevo que llega.
Vamos a caminar, durante todo ese lapso, por el centro santiaguino, donde logramos visualizar la esperanza en los rostros de la gente a los pies del coloso que cobra vida sólo en año nuevo: La Torre ENTEL. La gente con su comida, sus globos, sus cornetas, sus ilusiones, sus esperanzas, sus malos ratos y la típica frase “al fin se va este año”.
Había un cheloveco totalmente ebrio, cantando plegarias a algún dios y en contra de su familia que botado lo dejó. Hice la pregunta retórica a mi hermano de que cómo no pudo esperar un par de horas para embriagarse a destajo en su casa. Mi hermano exclamó “¡Claro, se pierde lo mejor!”.
Una señorita me dijo “¿Subes?”. No entendí primero, luego sí, y me pregunté quién podría aceptar esa invitación a “subir” a vísperas de año nuevo. Alguien que pasa la noche de año nuevo con una puta debe ser alguien sin el sentido de “lo mejor” que me decía mi hermano, alguien sin ese “lo mejor” esperándolo en casa. La cena de año nuevo debe ser la cena más esperada del año, por lo que alguien que la deseche así como así en la entrepiernas de una puta al lado de La Piojera es porque simplemente quiere olvidarse de esa cena.
El día de año nuevo es como un ritual. La gente despide el año esperando que las deidades manden (siempre) uno mejor, para lo que le ofrecen creencias en supersticiones baratas, además de fuegos de artificio.
Los fuegos de artificio son los que de mejor forma representan todo el sentimiento y la mística del día de año nuevo: Cartuchos que lo único que hacen es ascender y explotar, una y otra vez, año tras año, pero cada año sorprenden más que el anterior, recordándonos que esto pasó el año anterior y que volverá a suceder el año próximo.

30/12/07

Papel Recogido de la Calle.

Efectivamente, este es un papel recogido de la calle.

Los Libros y Usted.

Las personas que compran libros por metro deberían leer por lo menos un centímetro por día.
Lo peor que puede ocurrir con un libro es que permanezca virgen toda su vida. El libro fue hecho para ser utilizado, amado, devorado.


Los buenos libros fueron hechos para ayudarlo a usted a pensar. Todas las grandes conquistas del hombre tuvieron como base muchas lecturas.

Usted también puede realizar sus conquistas.

Cada vez que usted lee un buen libro, algo cambia dentro de usted.

Usted se vuelve un poco más inteligente, está mejor informado y tiene mayor conciencia para mejorar su propia vida y la de los demás.

Basta un centímetro de lectura por día para que usted perciba las cosas mucho más adelante. Para que usted pueda ir mucho más lejos.

Lea los buenos libros. Los libros que abren los ojos, no los que los adormecen.
Lea y haga propaganda entre sus amigos. Con cada nuevo lector de buenos libros va surgiendo un país nuevo.


Retire los libros de la biblioteca y póngalos en lugar seguro. Delante de sus ojos. Dentro de su cabeza.

Lea más, enriquezca su cabeza.

18/12/07

Fotografías del Recuerdo.


Flash: El sonido que captura parte del presente, para que en el futuro, cuando el presente sea pasado, podamos reconstruirlo.
El inconformismo humano lleva a que el presente se vea arrolladoramente sobrepasado por el pasado, que muchas veces es idealizado, pues ante nuestra incapacidad para mantener eternamente resplandeciente el recuerdo del pasado, tendemos a rellenar el pasado. Es como si el tiempo nos robara algunas fotografías del pasado, las que nos vemos obligados a sustituir por otras de menor fidelidad.
Recordamos para evadir el presente, para olvidarnos del futuro. Desde el presente acudimos a las fotografías del pasado con la finalidad de hacer que el tiempo transcurra más amenamente hasta que llegue un nuevo momento digno de ser fotografiado para la posteridad. Sin embargo, existen momentos en los que el “estar recordando” se convierte en un momento digno de ser retratado, y en ese caso particular nuestro recuerdo llevaría la etiqueta de “recordar que recordaba”. Lo cual se da también en el ámbito de la Historia (como ciencia misma de la memoria social), al hacer Historia de la Historia.
Como dije antes, los recuerdos que poseemos no son la totalidad de los recuerdos que configuran la situación exacta, pero existen los mecanismos para, de cierta forma, “deducir” posibles recuerdos, según sucesiones de causa y efecto. El error de lo anterior puede llevar a la creación de falsos recuerdos que, con la fuerza apropiada, pueden llegar a convertirse en realidades.
Los recuerdos son manipulables, sobre todo desde una esfera de poder como, por ejemplo, lo es el Estado. El Estado tiene la fuerza necesaria como para inducir recuerdos a la población que gobierna, con una meta favorablemente política. Histórico ejemplo de lo anterior lo constituye la creación de la historia política por parte del gobierno de Stalin, en la que hace desaparecer de la memoria colectiva a la figura de Trotsky.
En un trabajo documental acerca de la conmemoración de la creación del Ejército Rojo durante el gobierno de Stalin, llamó la atención que en ningún momento se haya nombrado siquiera la palabra “Trotsky”, siendo que fue él quien organizó la creación de dicho organismo militar. Pero la ausencia de Trotsky en la historia impuesta por Stalin no es casual, sino todo lo contrario, un agudo trabajo de inteligencia.
Así, desde este mismo fenómeno, el de la inducción de recuerdos hacia la población, se da otro fenómeno que es el del contraste de recuerdos. Cuando un individuo de la población se resiste a la asimilación de un recuerdo impuesto por el Estado, va a presentar diferencias entre sus recuerdos y los que el Estado impone (siguiendo con el ejemplo del Estado).En la diferencia de recuerdos se puede dar que una de las dos partes posea la versión más cercana a los hechos, como también se puede dar que ninguno posea una versión cercana a los hechos. Y es en esos casos donde pesa la credibilidad de cada una de las partes, ya sea una credibilidad basada en una argumentación lógica y racional, o bien una argumentación basada simplemente en el poder.
Volviendo al tópico de los recuerdos particulares (en contraposición a los recuerdos colectivos), es posible distinguir la capacidad de rellenar ciertos recuerdos incompletos, efecto que también se da cuando recordamos el futuro. Desde el presente, tomando los hechos y circunstancias actuales y pasadas, podemos especular acerca del advenimiento del futuro cercano y obtener desde ese pequeño e inexacto viaje al futuro ciertas fotografías que pasarán a constituir parte de nuestros recuerdos del futuro.

Todos los fenómenos relativos a la memoria y a los recuerdos llevan mucho del sujeto que recuerda, por lo tanto es un fenómeno fuertemente subjetivo, que necesita principalmente de un ingrediente para su funcionamiento: Imaginación. Ya lo decía Nietzsche al referirse a los historiadores: “El historiador no tiene que ocuparse de los acontecimientos tal y como han ocurrido en la realidad, sino simplemente tal y como él los supone ocurridos. Todos los historiadores cuentan cosas que jamás han sucedido, a no ser en su Imaginación”. Y es la labor de todos, también, en nuestro rol de historiadores de, al menos, nuestra historia personal contar los hechos como queramos que los demás lo perciban, pues sinceramente nadie es tan honesto como para contar una historia que le desfavorezca abiertamente.

15/12/07

El Muro de los Recuerdos.


Sentado frente al muro. Observando los detalles de construcción, pero pensando en otra cosa mucho menos fría que un muro. Intentando escuchar lo que el muro pretende decir a través de la activación casi eléctrica de recuerdos que resplandecen con el simple click de una imagen. De uno en dos y de dos en tres, los recuerdos llegan y se van, vienen y se quitan, suenan y se opacan, casi digitalmente. Vienen colores, se van sonidos, aparecen caricias, vuelven sabores y también olores. Chic chic chic llegan las imágenes una tras otra, inducidas por otras imágenes. Lo mismo pasa con los colores, los sabores, las caricias, los sonidos y los olores plim plam plus click chac pass. Pasaban y pasaban, una tras otra las sensaciones que guarda el cuerpo en su memoria hasta que GUAUUUU desde el fondo. AÚUUU desde más allá del muro. Intentaba concentrarme para ver qué aullaba de esa forma tras el muro, pero mientras más lo intentaba, menos me era posible averiguarlo. Me había volatilizado al pasado, pero ese aullido me hizo volver. Y en buen momento, porque una pequeña trampa mental basta para sumir a cualquiera en una vorágine de porqués. GUAUUUU de nuevo y definitivamente ya estaba sentado en el presente: se me había acabado la gasolina de la máquina del tiempo. Mi problema actual era averiguar qué aullaba tan estrepitosamente. Me paro y salgo a la calle, siguiendo el AÚUUU y GUAUUU AAAAAH. El aullido cada vez es menos agudo y cada vez más agónico. Lo más lógico para esa fuente de sonido debía ser un can. Y en efecto, era un perro, famoso en las localidades cercanas por lo demás. Un círculo curioso lo rodeaba murmurando mucho del pobrecito-perro, de los desgraciados que lo atropellaron, del cuidado que deben tener los niños al jugar en la calle, de la irresponsabilidad de los conductores y derivando así en problemas sociales cada vez más generales. Mucho murmullo, pero poca acción. Después de enterarme de lo sucedido al perrito (sólo a través de los comentarios del círculo curioso) me quedé, morboso, contemplando esa miserable escena que, según mi parecer era sólo apta para mayores de 18, pero que sin embargo la mayor cantidad de espectadores era conformada por impúberes. Creo que los niños no debieran ver eso, menos cuando el perro deja de respirar y empieza a echar saliva por el hocico mientras sus vidriosos ojos miran a un horizonte que jamás volverá a buscar y los nervios se le comienzan a recoger. Eso fue lo más sórdido de todo esto: El perro echado a un lado de la calle. Los niños rodeándolo con sus caritas llenas de esperanza, que luego sería inútil. El perro comienza a dar sus últimos estertores, sin embargo la inocua imaginación de los pequeños los convierten en posibles “segundos aires” que lo harán resurgir de las profundices. Los niños, animosos ante cualquier movimiento de muerte parecido a un movimiento vital, lograban auto-engañarse de mejor manera de la que yo puede hacerlo. Cuando el perro no quiso resistir más de esta vida cruel y comenzó a enrollar sus nervios musculares, los niños, al contrario de cómo debía haber sido, se alegraron al tener la falsa, pero esperanzadora imagen de que ello era un signo de vitalidad. Míralo se está levantando, gritaban algunos de felicidad, mientras caminando me iba de vuelta a mi muro para evitar ver la escena cruda del descubrimiento de la verdad para los niños, pero también me iba al muro a buscar algún recuerdo que me ayudara a impedir que los ojos vidriosos de ese perro y las caritas de esperanza de los niños entraran en mi memoria, evitando que esos lastimeros GUAUUUU retornaran en un momento inesperado de recuerdos frente al muro. Al final, cada uno pinta su muro del color que quiera.

9/12/07

El Cheloveco: Año 1.


Hace un año me inicié con un blog. Comencé con un texto de bienvenida que se convirtió en un verdadero manifiesto respecto de los textos que lo sucederían. Explicaba, con ese tono narcisista que adquieren algunos jóvenes que no quieren serlo, el nombre de todo esto: El Cheloveco.
Hoy, a un año de ese primer texto, vuelvo a explicar el porqué del Cheloveco.
Cheloveco, ya lo dije antes, viene proviene de la novela de Burgess (que en 1971 Kubrick llevara al cine) La Naranja Mecánica. Cheloveco significa Individuo. Y aquí toma un espectro más amplio. Abarca la subjetividad, aquello connotativo para cada uno, en definitiva la interpretación personal y particular que no puede ser sustituida por una interpretación “más correcta”.
Todas las interpretaciones están en lo correcto, lo que las diferencia es el tamaño de cada una de ellas. Hay interpretaciones que pueden explicar una mayor cantidad de cosas y por eso pueden ser más valiosas. Empero, cada cual puede (y debe) interpretar todo como considere que es correcto hacerlo. Tener un espíritu librepensador es mucho más valioso que saber de memoria las fórmulas para pensar que otros hicieron.
Hegel decía que “lo que se ve en la superficie es lo más profundo”. Eso es precisamente lo contrario a lo que sucede: Hay que dudar, y hay que dudar de todo, precisamente porque lo de la superficie no es lo más profundo, ni lo más profundo está en la superficie.
Tanto las personas como los textos, tienen secretos. Secretos que no quieren revelar, por lo que los esconden. La misión del lector es descubrir los velos de esos secretos para entender la mecánica de las cosas un poco mejor. Y hablo de lector, no sólo para los libros, sino también para las personas, pues estas también son libros. Las personas también pueden ser leídas, y según mi experiencia, las personas son los libros más entretenidos que he encontrado en la biblioteca de la vida. No es necesario tener un libro al frente para poder leer, podemos leerlo todo.
Las cosas pueden expresar una cosa, pero siempre están diciendo otra. Yo, por ejemplo, escribo lo que quiero decir, pero utilizo otras palabras.

30/11/07

100.


Prolegómeno al Centésimo Texto.

Quizás jamás pensé en llegar a tener cien textos o a cumplir un año escribiendo. Quizás no lo pensé. Sin embargo, la quimérica vida que debe llevar alguien en las circunstancias socio-sistémicas que me llevan, obliga a tener un tubo de escape que sepa canalizar las ideas incomprensibles para algunos (y no tan incomprensibles para otros).
La función de este canalizador de sentimientos e ideas, ha variado en relación al tiempo, con distintas metas y objetivos según la longitud que posea el tiempo. Pasando de lo explícito y claro, a lo implícito y obscuro, he logrado intencionar y malintencionar textos que, si estuvieran sin máscara, sería como darme un verdadero disparo en la espalda para que parezca suicidio.
Las ideas que canalizo por este medio en un momento eran explícitamente academicistas y precisas, o al menos eso pretendía. Tras ese switch que hizo cambiar o dinamizar mis letras, las ideas se mostraban más superfluas, menos profundas, más descriptivas, menos precisas, más juveniles, pero sobre todo menos explícitas y más implícitas. Las letras se mostraron con códigos y mensajes solapados. Mensajes ocultos tras el velo de un texto absurdo.
Escribo lo que quiero decir, pero utilizando otras palabras.
Por eso, y para fortalecer aquella idea, decidí no escribir algo nuevo para el centésimo texto, sino renovar o reeditar el texto más representativo de lo quiero representar. Un texto que logra contar (y cantar) nítidamente un sentimiento y una escena, al mismo tiempo que esconde una gran lista de sentimientos e ideas que, a pesar de estar presentes, no aparecen. No aparecen a simple vista, pero que sí están, y en alta definición.
El centésimo texto, una reedición de “El Teatro de Comienzos de Milenio”, el texto que dice todo y nada, el texto que muestra escondiendo, el texto que dice callando, y que ahora recibe un nuevo enfoque para, desde el mismo lugar, dictar ideas y sentimientos distintos, o al menos cantarle a algo distinto. Lo esencial pretende ser invisible a los ojos y simultáneamente pretende mostrarse totalmente desnudo.

El Teatro de Comienzos de Milenio (Segunda Edición).

La musa no cantaba. Está invadida de pajaritos que, aunque no son carnívoros, estorban ante mis necesidades de bajofondo poético. Cuando al fin logré espantar esos obstáculos de nuestro cerco tácito de complicidad, pude también retratar el instante preciso de la inspiración exacta.

Apagamos los sentidos, nos desarmamos, nos pusimos la máscara y dimos comienzo a la función.

Miré la fachada del estro femenino, mientras ella, creando desde su mente realidades ficticias y ficciones reales, que acomodaban nuestras sugestiones implícitas, no cedíamos un nanómetro frente al público expectante. Tirando y aflojando esas sensaciones nulas, que sin ser dolientes, son explícitamente solapadas, con la finalidad de ocultar todas esas expresiones que piden a gritos salir de sus jaulas de cristal sacrílego.

Las direcciones de las miradas son radicalmente opuestas, sin embargo se buscan, no se encuentran, pero se buscan. Esquivos, hablamos de lo que sea, pero hablamos de eso hasta que los engranajes de la comunicación se vean sobreexplotados. Cuando la comunicación fallece, desesperados, inventamos cualquier excusa para seguir ahí, con sincronías corporales únicas, hablando de todo y mirando a la nada. En último término, gritamos, para evitar desesperadamente el fin de la escena.

¿Por qué lo hacemos? No tiene explicación. ¿Qué queremos? No está claro aún. Lo que sí, lo queremos, y lo queremos de tal forma, que arriesgamos todo lo que hemos formado, por la sola esperanza de seguir incrementando el volumen de esta obra.

La reciprocidad no es total cuando es sólo uno el que se oculta y sólo uno el que provoca. Frío como una roca fría, me quedo con la esperanza. Todas mis hipótesis acerca de tu cabello se vieron descartadas tras aquella transcripción de fenómenos, imposibles para ambos, deleitantes para ambos, incomunicables para ambos.

El obligatorio amor a la soledad de comienzos de milenio nos llama, no queremos oírle. Intentamos poniéndonos cerilla en las orejas, pero nada funciona cuando de cobardía se trata. Fuimos cobardes.

Con temor me despido.
Con hipocresía te presentas incólume.
Con valentía te acompaño a la escalera.
Con tristeza pisas los peldaños.
Con empatía alzo la voz. Te pregunto.
Con falsedad me dices que no.
Con seguridad me voy.
Con seguridad te vas.

Fin de la función: Todos ganamos, aparentamos haber perdido, pero sabemos que en realidad ganamos. Ése es nuestro gran y único secreto.

29/11/07

Operari Sequitur Esse.


Una tribu insular, perdida en el tiempo y en el espacio, reducida en cuanto a cantidad y calidad de sus integrantes, solía tener la creencia en un Ser Supremo, el cual sostenía el equilibrio universal. Todo se mantenía estable, en tanto el Ser Supremo así lo quisiese. Para que el Ser lo quisiese debían hacerle sacrificios.
Lo particular de esta tribu era quiénes eran inmolados. No eran los integrantes de las familias más débiles, ni los esclavos de guerra, ni los extranjeros, ni las mujeres, ni los débiles, ni los ancianos. No. Los ofrendados eran los más jóvenes, fuertes y vigorosos; los más sabios, trabajadores, perspicaces, leales e indispensables; los más poderosos, importantes y carismáticos. El ser objeto de sacrificio era visto como un regalo de la comunidad y un premio peleado por sus postulantes.
Tal vez la exaltación del sacrificio fue una creación de la misma comunidad, pero la deidad o Ser Supremo a la cual le sacrificaban a los más destacados de la comunidad, existía y vivía dentro del volcán de la isla. El volcán eruptaba cuando la deidad-monstruo tenía hambre. Era inmensamente grande y su placer máximo era devorar el sacrificio mensual que hacían los habitantes de su isla. Gozaba comiendo hombres, y por otra parte, los hombres disfrutaban siendo comidos.
La misma relación se daba en todas las islas cercanas (todas las islas a la redonda contaban con un volcán y un monstruo-dios que se alimentaba de los felices sacrificados).
Por generalización hubiera dicho que en todas las islas se daba la relación, sin embargo en una no se daba. Las condiciones eran las mismas: Una isla, un volcán, una comunidad tribal, un dios-monstruo y la tendencia voluntaria de la comunidad ante el sacrificio. Lo único que variaba respecto de las demás islas era el desagrado del Ser Supremo de comerse los sacrificios que le eran ofrecidos. Es más, no se los comía sino que se los regalaba a los monstruos de las otras islas.
Se daban todas las condiciones, pero no ocurría lo mismo. El monstruo de esta isla tenía la particularidad que desde antes había sido acostumbrado a comer sólo las plantas y árboles de la isla, ante la no existencia aún de los humanos. Fue la isla en la cual el poblamiento humano fue más tardío, por lo cual el monstruo, para sobrevivir, tuvo que recurrir a la alimentación herbívora, en contraposición a los demás monstruos carnívoros.
A pesar de que no le agradaba comerse a los humanos, no lo hacía porque no le satisficiera su sabor o su textura (de hecho nunca había probado uno), sino que no los comía por una incomprensible especie de lealtad ante las hierbas, que era superior a su curiosidad por los humanos. Siempre quiso comer humanos, pero se lo impedía esa restricción incomprensible que emanaba de la vegetación.
Lo malo ocurrió un día en que el monstruo herbívoro se vio desnutrido y en serios problemas de muerte, todo con una clara culpabilidad de la vida alimenticia que llevaba. Por esto un día se atrevió y probó el sacrificio mensual de humanos. Le encantó y le hizo bien. Se recuperó y evitó el engaño hacia su veneradora comunidad. Todo se le hizo más fácil al monstruo-deidad. Se volvió más ágil y adquirió una rapidez mental que antes no poseía siendo herbívoro. En fin, optó por lo sano, lo que los demás Seres Supremos como él hacían, y lo que de hecho él debió siempre haber hecho: Comer humanos, como todos los demás.
Su gusto por las hierbas era totalmente incomprensible, lo lógico era comer humanos, lo hizo y fue la mejor opción.

21/11/07

Calor en Sánscrito.


Iba caminando al sol, sin mirar al suelo, y su día fue completamente normal.
Iba caminando al sol, mirando al suelo, vio un papel, no le dio importancia alguna, y su día fue completamente normal.
Iba caminándola sol, mirando al suelo, vio el papel, le llamó la atención y lo recogió, lo observó, vio unas letras raras, lo volvió a dejar en el suelo, y su día fue completamente normal.
Iba caminando al sol, mirando al suelo, vio el papel, le llamó la atención, lo recogió, lo observó, vio unas letras raras, letras que le parecieron similares a un montón de ropa tendida y, a diferencia de los tres casi-protagonistas anteriores, guardó el papel en su bolsillo. Se llamaba Claonís. Le preguntó a su profesor en qué idioma estaba escrito el roñoso papelito. Sánscrito ¿Cómo podría saber qué dice un papel escrito en sánscrito? No se preocupó de eso y lo usó como marcador de libros.
Una tarde de calor imposible, de fuegos extremos. Las calles estaban vacías: La gente se había derretido en plena vía pública. Podían encontrarse los huesos encarbonecidos de las víctimas. El hedor a carne quemada era insoportable. Las vísceras, que solían ser de personas, eran peleadas por los canes famélicos que arriesgaban su vida al sol por salvarla del hambre.
Los árboles en llamas. Las piletas evaporadas. Monumentos históricos de acero, estaban al rojo vivo y eran moldeables a voluntad de cualquiera. Incluso, algunos niños, que no podían refugiarse en su casa, porque no tenían, jugaban a moldear con una varilla a los próceres de la patria. Los militares ilustres que empuñaban su espada al horizonte eran las principales víctimas, pues los niños cortaban sin problemas la espada y se la incrustaban al militar en la entrepierna, para darles un miembro más viril y así demostrar a la historia la gallardía que nunca sabremos si tuvieron o no. Las calles estaban dilatadas. Los cables telefónicos tocaban el suelo con su languidez.
El ambiente estaba tan denso al interior de las casas, que las personas no podían ni discutir ni evitar hablarse. Los enamorados no podían amarse. Los alegres no podían deprimirse y los deprimidos no podían alegrarse. Los sedientos no podían saciar su sed, ya que no había agua… bueno casi no había, porque de haber había, pero era para las personas de la parte alta de la ciudad y no para la gente de las clases bajas.
Los termómetros no tenían dentro de sus cálculos el calor existente. El Estado ordenó que las personas no salieran de sus casas, lo que era favorable en demasía, pues el calor pasó a ser la excusa para evitar las manifestaciones de ese día en la Capital.
Hacía tanto calor que era imposible leer algo, en primer término porque la tinta del libro se disolvía con el sudor que salía como cascada de las manos, y en segundo término porque las ideas se deshacían en el trayecto ojos-cerebro. Más conflictivo era aún leer a Hegel. Claonís tenía que leer a Hegel, mas en su casa no podía. Tenía que ir a la biblioteca, por lo menos allí había aire acondicionado. Estaba a la mitad del dilema: O leer o morir ¿Valía la pena arriesgar su vida por leer algo? Sí, lo valía, no sabía por qué, pero lo valía. Tomó un balde con agua, lo apoyó en su cabeza y se fue corriendo a la biblioteca más cercana, que se encontraba a unas setenta casas. Las primeras dos casa corrió, luego sólo pudo caminar las siguientes tres casas, para luego tener que gatear las siguientes sesenta y cinco casas. Se demoró seis horas y cuarto en llegar a la biblioteca, casi muerto por deshidratación, con el balde derretido y con su cuerpo lleno de ampollas debidas al roce con el pavimento infernal. No pudo darle de su agua a un vagabundo que se la pedía a la entrada de la biblioteca, porque si se la daba se moría. A sorpresa suya, la biblioteca estaba abierta. No había nadie, sólo estaba abierta. Se dirigió a la pequeña habitación acondicionada, y era como el paraíso congelado. La habitación acondicionada era un infierno, de hecho el aire acondicionado estaba apagado, pero la sugestión que produce ver ese aparato blanco en el techo bastaba para convertir aquello en el paraíso. Se fue a la única mesa y abrió su libro. Frente a él había alguien más, pero lo ignoró, ignoro que fue recíproco en efecto.
Mientras leía, pasó una imposible ráfaga de viento que logró volar su marcador de libros improvisado. El marcador llegó a la persona que leía al frente. Hacía tanto calor que no le importó nada lo que sucediera con su marcador en sánscrito. Era una chica la de enfrente.
De pronto la lectura de Claonís se vio interrumpida por un papel que le llegó en pleno libro. Era un papel con escritura en sánscrito, pero no era su marcador de libros, este papel tenía otros signos y era de menor extensión. Miró al frente suyo y la chica lo estaba mirando, al menos eso suponía según lo que podía visualizar con el denso ambiente en la sala. En la sala estaban sólo ellos dos… y más que en la sala, en la biblioteca e incluso setenta casas a la redonda no había alguien con vida (el vagabundo de la entrada ya había caído como víctima del calor). Ella buscaba una mirada de complicidad mientras sostenía el marcador de Claonís en su mojada mano derecha. Claonís tenía una mirada de duda impresionante, que sumada al calor lo hacían parecer un signo de interrogación tamaño real. Sus ojos hubiesen hecho conexión, pero el calor lo impidió.
Tras conversar unas horas, lograron saber algo más de sus vidas: Ella sabía sánscrito y se llamaba Arnouveau. Había leído lo que decía el marcador y por eso envió una respuesta, pensando que Claonís era el autor de tal propuesta.
Arnouveau no puedo explicarle lo que decía el papel a Claonís, porque el calor no permitía las conexiones neuronales necesarias para hacerlo, pero le dejó un mensaje en sánscrito que Claonís no pudo más que recibirlo sin poder decir nada gracias al ascendente calor: Ahora tenía dos mensajes que no entendía y no quería revelarle a Arnouveau que no sabía sánscrito.
Claonís, caminando bajo el sol quemante de regreso a su casa, logró hilar la duda de qué dirán los papeles en sánscrito que tiene. Sin embargo, todo se quedó en la simple duda que alguna vez tuvo mientras caminaba bajo el sol, pues su vida siguió el rumbo normal que debía seguir y no el camino de desvío que le habían preparado esos dos mensajes en sánscrito. No quiso leer lo que tenía ante sus ojos, y todo siguió igual.

20/11/07

Depende de la Intención con la que Leas.







Cada uno ve aquello, y sólo aquello, que quiere ver. Sin embargo, a veces vemos lo que no queremos muchas veces ver, y que de hecho allí está. Nadie usa la lente que no quiere usar.
Literatura. Cualquiera puede pasar sus ojos por encima de las letras de un texto. Pocos pueden leer un texto. Muchos pueden leer lo que escribo, pero pocos pueden llegar a interpretar de manera más correcta lo que leen, porque pocos saben porqué escribo y a qué escribo y de qué escribo, e incluso a quién escribo, en cada texto. La mayoría de las veces le escribo al sistemático viento… la mayoría de las veces, pero no todas.
Siempre me lo han dicho, y por eso siempre lo digo: “La poesía es el lenguaje de los cobardes”. La mayoría de las veces escribo poesía, a pesar de estar escribiendo en prosa ¿Se es cobarde por expresarse de manera más íntima? ¿Se es cobarde por temer a corresponder demasiado? Puede ser. Sin embargo, uno parece estar escribiendo como cobarde, pero no es así: Uno dirige sus mensajes. Selecciona elitistamente a su lector. Utiliza un lenguaje incomprensible para el mundo, inentendible para la gente, pero inteligible totalmente para el receptor deseado. Lo receptores ajenos pueden interpretar lo que quieran (como cual vieja copuchenta), porque ellos no tienen la menor incidencia dentro del universo emisor-receptor. Es un discurso privado, donde el universo de ambos es intocable.
Algunas ideas son incomprensible, y otras no tanto. Porque la rueda siempre giró, desde que empezó a girar, a pesar de creer que por un momento dejó de girar, siempre estuvo girando, lo que después quedó demostrado. De ruedas que tienen título, de títulos que obtienen comillas, de comillas que se hacen para el público. Qué bueno que las masas son inconscientes, que la gente es superficial. Lo que sí, hay que tener cuidado con las cosas, porque las personas son cosas. Al siguiente nivel. Lo que implica cambiar de estro… y eso es un buen indicio, para todos.
Bueno, cada cual lee lo que quiere leer. A veces lee menos, a veces lee más. A veces se actúa menos, otras veces se actúa más. Algunas veces damos más, otras veces menos, confiando o temiendo a recibir más o menos. Sin embargo, hay que estar dispuesto, siempre, a aprender.
De hecho, ser rudo o sexy no importa cuando logras descubrir cosas o pasas a convertirte en un pilar sostenedor fundamental del cielo constituido. La confianza hace girar la rueda, sobre todo cuando la confianza es tal que logra soportar ese estratosférico cielo. Cuando te conviertes en un pilar, todo es recíproco, pero hasta el momento va poco del nuevo nivel.
Al menos el doble sentido interno funciona sin que los demás se den cuenta, y eso da otro nivel de confianza que se puede aprovechar cuando no se está a la vista paciente de los demás.
Algunas ideas son incomprensibles, y otras no tanto. Cada cual lee lo que quiere leer. Lee lo que quieras leer, porque esa interpretación va a ser, aunque no lo creas la más correcta de todo el universo.

18/11/07

"Atomic".



Para partir la partida hay que partir, primero, la parte que parte desde la primera parte hasta la parte que parte las otras dos partes. Lo explico, pero parte a parte.
Si quieres vas, tomas un vaso y te sientas. Corres. Mientras corres, no paras de pensar, pensar por lo menos en que estás pensando que piensas, y piensas, y piensas, y piensas… cosas que al final ni pensaste que sucederían, ni que podrían suceder tomando en cuenta los antecedentes de dicha causa, porque cuando se procede, se hace con conocimiento de causa de lo contrario lo inpensado puede suceder.
Si logras pensar en que piensas algo que valga la pena, para de correr, detente. Cuando pares de correr, no te detengas, sino que camina. Caminando ya todo es más fácil, porque no necesitas pensar tanto como antes: Necesitas actuar. Actuando, o haciendo actos, puedes obtener más concretizaciones de sueños cósmicos o atómicos.
Un sueño cósmico es el que nos permite volar más allá de nuestros sueños, porque sabemos que nuestros sueños son chicos en comparación con lo que podemos llegar a soñar: Tenemos miedo a soñar cosas grandes.
Un sueño atómico es el que nos da la posibilidad de cumplimiento a corto plazo, sin embargo es un sueño de menor envergadura que el sueño cósmico. Relación tamaño/tiempo es la de los sueños.
Volviendo a que los sueños se realizan sólo haciendo cosas, no podemos dejar de lado la importancia de tener a mano una mano que, en el mano a mano, te preste una mano. Me explico. Los sueños pueden ser colectivos.
Hablar de los sueños, a veces me da sueño, aunque es un sueño no tener sueño, para así tener tiempo de tener sueños. Son, más que sueños, ideas. Ideas en cuanto ideales. Ideales en cuanto idealizaciones. Idealizaciones en cuanto imposibles en el aquí-ahora-en-estas-circunstancias. Nada es posible ahora. Porque ahora no estás haciendo nada, más que leer. Pensar quizás. Haces cosas, para lograr cosas y tener cosas. Cuando tienes las cosas adquieres más cosas para poder guardar las otras cosas que, entre cosa y cosa, cosas traen. Me explico. Lo imposible es lo que no se intentó.
Como idea, al final, es buena idea lo que piensas mientras corres, porque es tan imposible como cósmico y tan posible como atómico.

17/11/07

#11 The Pixies – Where is my mind?: Mente loca.


A estas alturas del partido sólo hago. Ya ni pienso, sólo hago. Soy un títere, un títere de mi entorno. Estoy en las ondas Alfa que me impiden realizar cuestionamientos antes las órdenes que me dan: Sólo cumplo. Cumplo bien, pero contra mi voluntad, voluntad que no puedo expresar, no porque no quiera, sino porque no puedo.
A veces me veo en un lugar. No sé cómo llegué allí, y poco me interesa saberlo. Vuelve a pasarme eso de la vida que no sé cómo explicar, pero que me pasa: Me hallo en una situación que si hubiera sido profetizada veinte minutos antes no la hubiese creído, ni aunque me mostraran fotos.

Where is my mind?

Es como que me armo, me desarmo, me rearmo y me vuelvo a desarmar. Me convierto en un cuadro cubista o en un cubo Rúbik de carne, que en vez de colores tiene sentimientos. Me desarmo.

With your feet in the air and your head on the groundTry this trick and spin it, yeah.

Me rearmo.

Your head will collapseBut there's nothing in it.

Y entre tanto mecanicismo técnico y teórico acerca del funcionamiento formulístico de los robots sociales que pretenden ganarse un puesto en la realidad mutantemente hedonista que circunda los pensamientos roídos de la juventud yacente en un cúmulo de ideas dormidas por el gas somnífero de la publicidad y la propaganda, intento desarmarme, para poder armarme correctamente, tomar mis herramientas, levantarme, caminar, correr, gritar, saltar, y preguntarme…

Where is my mind?

Soñar es un Sueño.


¿Para qué dormir? ¿Para soñar? Yo ya sueño estando despierto, no necesito cerrar mis ojitos para ver las cosas de un color que me agrade. Yo no duermo porque quiero, duermo porque hay cosas que traen somníferos, y ante ellos no puedo hacer mucho, porque al final soy sólo un hombre. 2001: Una Odisea en el Espacio, por ejemplo, es una película que viene con relajantes de músculo en sus escenas.
Pero no puedo ser egoísta. Hay personas que necesitan dormir para, no sólo soñar, sino además evadir la sórdida realidad que los ataca diariamente y que les impide soñar con los ojos abiertos, porque no tienen tiempo o porque no tienen plata.
A mí también, a veces, me invaden historias, escenas y personas sórdidas o con circunstancias sórdidas, pero todo esto no tiene un grado de sordidez tal como para impedirme moldear realidades a mi gusto, esculpiendo con el cincel de la imaginación.

16/11/07

Waiting...


“Mientras más te demoras en llegar a una cita, más larga se hace la lista de defectos de tu persona”. (Salvador Dalí).

¡Rayos! Bien, voy atrasado, nuevamente. Me dijo al mediodía en el Café Literario… y son las doce cinco. ¡Maldita sea! Me tuvo que esperar cinco minutos, y yo sé lo desagradable que es esperar a otra persona. Me va a odiar, lo sé, lo sé y me lo merezco ¿A quién le gusta esperar? Esperar a otro es, simplemente, la peor forma de perder el tiempo, porque en ese lapso no estás sólo esperando, sino que mientras estás solo haciendo nada, no te queda nada más que maldecir, insultar y matar mentalmente al inconsciente atrasado. Sacamos a relucir todo lo malo de ese malnacido (porque en ese momento deja de ser tu amigo, tu conocido, tu familiar… ¡Deja incluso de ser persona!). Y no sólo eso, cuando esperamos, la imagen que proyectamos es demasiado humillante: Sentados, mirando al horizonte, haciendo nada y pensando en todo. Uno piensa realmente las estupideces más estúpidas cuando está esperando. Sin embargo, pensamos sólo en nosotros mismos, en nuestra pobre persona que ha sido humillada en un lugar público. Pero ese pobre ser, egoísta, en que se convierte el que espera, no piensa de ninguna forma en la gente como yo, la persona que va atrasada. Y nadie va a atrasado porque quiere, siempre hay excusas, lo malo es que las excusas son inútiles en estos casos, y más aun tienden a agravar el problema. Porque esto de ir atrasado, a la larga se convierte en un problema a solucionar.
¡Uff! Llegué siete minutos tarde, ojalá que no esté esperando hace rato. La busco, no la encuentro. Que bueno, debe haberse atrasado también. La espero… Voy a verla si está adentro… quizás está en el baño… ¡Ah! Debe haber entendido a las doce y cuarto. La espero. ¿No creerá que es en la biblioteca de Santiago? No, le dije muy claro “en el Café”. Son las doce y cuarto, la espero. Igual, siempre se atrasa, quizás le pasó algo. Las doce dieciséis. ¿¡Por qué siempre se atrasa!? Eso es lo malo que tiene a veces. No importa, un amigo siempre espera a otro hasta que llegue. Doce dieciséis aún. Creía que era yo el atrasado y me apuré ¿Para qué?... Bueno, ya va a llegar: La espero. Doce veinte y no llega… Espera ¡Ahí viene!... Ah no, no era, pero se parecía mucho. ¡Por qué no llega! Es desagradable, sólo a ella le gusta que la esperen, pero llego tarde y no me habla en varios días. Doce y media ¿Se habrá equivocado de lugar? ¡Maldita sea! Me voy a tomar un Mokaccino mejor.

Voy en el cuarto Mokaccino, en el sexto cigarro y son las dos cuarenta de la tarde: Creo que ya he esperado mucho. He esperado casi tres horas a alguien que creí mi mejor amigo, pero que me doy cuenta que no es más que una mala persona, una cruel, inconsciente y vil despiadada persona… ¿Persona digo? ¡Es un monstruo! Me hizo esperar tres horas, después de lo bueno que fui… ¿¡Qué le costaba llamarme que no vendría!? Lo peor de esperar, es que de hecho tenemos la esperanza de que la persona llegará. Si nos avisa que no vendrá ¡Bien! Nos hacemos los ánimos para eso. Pero cuando el hombre se enfrenta a lo incierto cosas inesperadas ocurren en nuestra interioridad. ¿En qué momento pensé que esta tipa podía ser mi amiga? Me humilló, me abandonó, me plantó.

Esperar es como tener esperanza de algo. Nos ilusionamos y nos preparamos para una respuesta incierta. Con la esperanza no tenemos nada seguro, nada, excepto la certeza de que la respuesta no la tendremos pronto. La esperanza nos hace aplazar nuestra felicidad para después. La esperanza nos quita la libertad de elegir otra opción mientras no sepamos el resultado de la primera. La esperanza nos hace sufrir con agrado torturas, ya que suponemos son para un bien superior. La esperanza es sufrimiento, esperar es tener esperanza.

12/11/07

La vi Desnuda y me Enamoré.


Nunca la había visto desnuda. La vi pálida y desnuda. Desnuda se mostraba ante mí, y la amé por un instante. Siempre la veía con su vestidito blanco con puntitos negros, o con su maquillaje grisáceo. Esta tarde fue distinto: Estaba desnuda, una que otra parte de su cabeza estaba cubierta de nieve, pero estaba desnuda al fin. Me guiñaba libidinosamente, mas la micro ya doblaba para darle la espalda (debo reconocer que me giré hasta que me fue imposible seguir contemplándola). Nunca la había visto así, desnuda, bella, sin maquillaje. Años mirándola al amanecer, mirándola a los ojos, despertándome con ella, siempre con su típico vestidito. Me gustaba mucho así, pero desnuda fue una experiencia cataclísmica para mis sentidos. ¡Cuántas veces la habré tenido así, desnuda, desnuda sólo para mí! Primera vez que la veo, o más bien que me doy cuenta de que está desnuda. No sé qué habrá sido: La carga emocional del día o la descarga mental del año. Fuera cualquier cosa, la vi desnuda, y me gustó demasiado ¿Ya dije que la amé por un momento? Me enamoré de ella, la siempre gélida, frívola y esquiva. La soberbia e imponente paliducha me flechó como nunca lo hizo nada ni nadie. Nunca pensé que de ella podía enamorarme, era tan cotidiana que ya era como de mi familia. Me enamoré. No creo que me distinga entre tantos enamorados que tiene, pero el saber que está soltera me da la maldita esperanza. Quizás le invite un café. Hasta entonces seguiré amándola tras las sombras, o tras las multitudes. Me enamoré porque la vi desnuda. Me enamoré porque la vi sin nieve, porque la vi sin smog.

10/11/07

Da Life!


Es lo que más me gusta de la vida. Lo encuentro tan ingenioso de parte del que controla mi destino, si es que… Es un efecto residual, y que aun sabiendo que existe y reconociendo que pasará de nuevo (todos los días), logra sorprenderme, emocionarme, animarme, despertarme, asombrarme, extasiarme, llevarme al paroxismo, hacerme sentir el guardián de un secreto íntimo y privado lleno de exquisitos detalles subjetivos, enamorarme, despabilarme, desesperarme, confundirme, aclararme, aturdirme, anonadarme, obnubilarme, apasionarme, deleitarme, exaltarme, callarme y sublimarme, pero sobre todo enamorarme. Me enamoro de ese efecto.

El efecto. Te muestran dos fotos y te piden que expliques lógica, coherente y verosímilmente cómo se llegó de la primera escena a la segunda. Causa efecto. Si te mostrarán una foto en la que apareces tú besándole la mano al Papa, y te dicen que esa foto fue tomada mañana, ¿Cómo podrías explicar que desde tu “aquí-ahora” llegarás a, en unas horas más, estar en el Vaticano? Algo así es el efecto que me ocurre.

Si me hubieran dicho hace veinte minutos que estaría aquí-ahora, no lo habría creído.

El efecto me hace, pocas veces, extrañar la odiada rutina.

Es como leer un libro con final inesperado… y eso es siempre agradecido.

7/11/07

#10 Soda Stereo - Me Verás Volver: ¿Por Qué la Noche es Azul?


No hay un modo, ni hay un punto exacto para hacerlo. No lo eliges, te elige. Cuando te elige no lo manejas, te maneja. Mientras te maneja no puedes sacártelo de encima, o de los labios. Te atrapa entre sus redes, que nunca quisiste en tu inconsciente. Te ves llegando tarde, tarde a todo, y es ese el instante en que te das cuenta que el vacío es un lugar normal.
La noche es azul, de ese fluorescente azul que baña todos mis sentidos. Es de primavera. Levanto la vista y todo lo azul se vuelve blanco con azul, o celeste. Lo malo del celeste es que cuesta mucho, pero ya conoces mi perversión en una noche larga, y esta noche es larga. Miro arriba mío y me imagino un cuadro de Hopper, de esos que se parecen a los cuentos de Cortázar y que hablan de la soledad de las personas, pero no de esa soledad física que puedes ver con un simple zoom anatómico. No, no me refiero a esa soledad, sino que a la soledad que se ve sólo viendo más allá de tus ojos, esa soledad que, según me han dicho, se esconde tras tus ojos.
Si algo cedes, calmaré tu histeria. Te doy todo, pero siempre guardo algo. Sé que poco te conoces, y más sé que de mí nada sabes, pero yo sigo aguardando el temblor en mi cuerpo. Vuelve la noche azul, la noche del templo, esa noche larga. Tómalo como que el temblor ya pasó después de ese período de nada, de nada personal.
Me siento algo así como un espía, como un espectador. Sé que es difícil de creer, pero sólo así yo te veré. Te quiero fuera de foco, ya que estamos, por si no te percataste, al borde de la cornisa y no sé hasta dónde llegaré en esta noche larga, llena de perversión amorfa. La imaginación, esta noche todo lo puede.
Vuelve la noche azul, esta noche que todo lo puede, en que todo se puede y en que todo podemos. Una eternidad esperé este instante y no lo dejaré deslizar en recuerdos viejos. No seas tan cruel, no busques más pretextos, somos cómplices los dos. Necesitamos distensión, porque estar así despiertos es un delirio que pocos aguantan tras una noche azul, media celeste. Lo malo del celeste es que cuesta, mucho. No seas tan cruel, siempre seremos prófugos.
La noche azul se empieza a tornar celeste y blanca. No tenemos donde ir y el sol ya cae, cae el sol. Carreteras sin sentido y religiones sin motivo. Cae el sol y yo sigo esperando que toda esta noche azul termine en algo, al menos que termine en tu persona dando la cara. Nunca sabré quién eres. Cae el sol, yo sigo esperando. Termina la noche azul y sale el sol. Sale el sol, y no te puedo encontrar. Termina la noche azul: Nunca supe quién eras, aunque te prefiero irreversible. Lo malo es que me recuerdas aquel amor. Es una necesidad, más que un deseo. Pero se nota que te excita, no sientes miedo, sigues sonriendo. ¡Gracias, Totales!